Al momento de comprar una casa
y de seleccionar los colores que utilizaremos para el living, lo
primero que tendremos que evaluar será la versatilidad de la paleta para
convivir con el mobiliario que tengamos. En segundo lugar, habrá que
responder a esta pregunta: ¿quiere que las paredes se destaquen por
derecho propio o prefiere, en cambio, que sean una suerte de fondo mudo
para hacer lucir los muebles y otros objetos decorativos?
Analizando las opciones, podríamos organizarlas en cinco grandes líneas de gamas:
Tonos neutros. Los blancos, los cremas y los grises
aportan a las habitaciones una sensación de tranquilidad y son una gran
base para sumar toques de color más intensos. También suelen ser los más
elegantes.
Colores de la tierra. Los ocres, los anaranjados y
terracotas resultan ideales para ambientes espaciosos y son la manera
más simple de aportar calidez. Con los rojos más oscuros -como el
borgoña- es posible conseguir una atmósfera más sugestiva. Por lo demás,
son súper versátiles: ni marcadamente femeninos ni tampoco tan
masculinos, perfectos tanto en ambientes rústicos como refinados.
Colores saturados. Son aquellos que tienen el máximo
poder de pigmentación. Amarillos, rojos y verdes están cada vez más a
la moda, incluso entre los gustos más conservadores. También son, en sí
mismos, un truco: con unos pocos toques son capaces de brindar energía a
un cuarto. Claro que los saturados son al mismo tiempo una aventura que
debería llevarse a cabo con cierto cuidado, esto es: planeando muy bien
el área y balanceándolos con elementos claros.
Tonos pastel. Son versátiles, aportan frescura,
feminidad y un toque romántico. Combinados con otros tonos -o incluso
con el blanco- pueden dar lugar a efectos decorativos estupendos. Por
otra parte, son una forma de atrapar la luminosidad.
Gamas de fríos. Resultantes de la mezcla de azules,
violetas y verdes, pueden aclararse con pintura blanca y oscurecerse con
grises azulados. Son colores óptimos para ambientes que reciben una luz
cálida, aunque tampoco habría que amedrentarse frente a la idea de que
los azules producirán, necesariamente, ambientes demasiado fríos.
¿Blanco puro?
Optar por un esquema de color en el que predomine el blanco, ¿quiere
decir que se tratará necesariamente del cegador blanco puro? La mayoría
de las veces no. Lo más común es hablar de “off-white” o “blanco sucio”,
ése que, aunque a primera vista parezca blanco, está en realidad
mezclado con un toque de otro color (que tal vez puede ser marrón, o
gris), lo que se comprueba con sólo acercarle una hoja de papel. De esta
forma lucirá más amigable y sin tanto brillo.
Para tener en cuenta
* Si se dispone de una alfombra con diseño, obras de arte
clásicas, accesorios tradicionales o incluso antigüedades, pintar las
paredes de blanco puede ser una buena opción, ya que así resaltarán los
colores de los objetos. Además, todo combina con el blanco.
* Para un living que no se a demasiado luminoso, una solución es
colocar cortinas de tonos amarillos y de una tela delgada. De esa
manera, la luz proyectará a través de ellas un cálido brillo.
* ¿Pintar una sola pared de otro tono? Puede ser, pero habrá que
tener en cuenta que ese muro se transformará automáticamente en el
principal foco de atención. Y otro dato: aunque se quiera pintar una
sola pared, lo mejor será hacerlo cuando se renueve toda la pintura, ya
que si no, la pintura más antigua quedaría en evidencia junto a la
pulcritud de la nueva.
* Para crear sensación de espacio, es bueno elegir para las
paredes colores neutros, ya que contribuirán a “alejarlas” al reflejar
la luz y, por eso mismo, a que un ambiente parezca más grande. Por lo
demás, el blanco siempre parece disimular los confines de una
habitación, por lo que logra el mismo efecto.
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